sábado, 12 de enero de 2013

Se desvanece mi inspiración.

Allí estabamos mi hermano y yo, sin padres, sin trabajo, sin sonrisa y viviendo con los abuelos. Ese mismo día yo tenía una cita con un antiguo amigo, Manu Zaragoza. Alto, ojos verdes, pelo rubio. Vestia bastante bien y realmente era guapisimo. Trabajaba como gerente en un bar y pocas veces le había visto fuera del trabajo, mi abuelo era su mejor cliente, y se comentaba que cuando yo entraba en el bar a el se le iluminaba la cara. El pobre era bastante timido aunque a lo largo del tiempo se le ha quitado y es de todo menos timido. Habia quedado con el para pedirle que dejara trabajar a mi hermano en su bar y obviamente me dijo que si. (CONTINUARÁ)

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