martes, 18 de junio de 2013

Él y nadie más

Con una mano en el pecho, el vio como el amor de su vida se marchaba seguramente para no regresar. A cada día la situación era más difícil, no comía, no trabajaba, no vivía, él solo podía pensar en aquella media melena roja, en sus ojos azules en los que se reflejaba un día bueno y otro también, no podía dejar de pensar en esa voz que le despertaba con un "buenos días", no podía dejar de pensar en el amor de su vida, no podía vivir sin aquella mujer que a cada minuto le hacía sentir más y más enamorado de ella, y así vivió durante todo el resto de su vida, anhelando los días y las noches que pasaban juntos, anhelando los paseos en barca por el río, anhelaba el olor a pintura que desprendían los oleos que ella pintaba y que decoraban cada rincón de esa solitaria mansión. Pero sin embargo, por otra parte, él sabía que ella se marcharía algún día no muy lejano y aún así se dejó ilusionar por aquella niña rica que fue, es y será su amor de verano, el amor de su vida. Y sin embargo aun sabiendo que ella había tomado la decisión de volver con su familia, con su prometido y con su vida normal, él la seguiría amando y ella a él. No importaban las veces que ella hubiera dicho que le amaba, él sabía de sobra que a cada "te quiero" le quería un poco menos, y él a la joven un poco más.
Y a pesar de tantas discusiones, de tantos años, tantas mentiras, tantas promesas sin cumplir, él la seguía esperando en aquella casa tan grande como vacía, en la que solo habitaban él y sus recuerdos, él y sus óleos, él y el dolor, él y nadie más.

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