martes, 23 de abril de 2013

Ninot

Allí me esperaban todos esos recuerdos de aquellos infantes que dormían a pierna suelta, bueno, casi todos, había un niño, uno especial que tenía un brillo en la mirada que pedía a gritos mudos un socorro que nunca llegará. Se hacía llamar Ninot, un cruel nombre para un desafortunado niño que había perdido a su familia en un accidente de hogueras en Alicante, sin familia ni amigos tubo que ser metido a fuerza en un orfanato. Cada noche acudía a la llamada de aquel niño.
-¿Dónde están mis padres?
Suspiré. -Carlos, esta conversación ya la hemos tenido antes, tus padres no están, murieron hace años.- Me partía el alma tener que decírselo sin cuidado, pero las normas así lo decían.
Mandé a dormir al niño que se le notaba angustiado por la repetida noticia.

Pasaban las horas y se escuchaban los ronquidos y las voces soñadoras de casi cincuenta huérfanos. Mi insomnio no me dejaba dormir y a tiempo pude escuchar como algo caía al suelo, un golpe seco encima de esa madera podrida que nadie cuidaba, me acerqué a ver que había caído cuando vi a Carlos en el suelo con convulsiones, me apresuré a pedir ayuda pero cuando la ambulancia llegó el niño yacía dormido en su cama, no podía explicarme lo ocurrido, ¿me lo imaginé todo? ¿Pudo ser una broma? Nunca pude saberlo. Fui amonestado y continué mi trabajo en aquel orfanato, pero ya nadie me miraba igual, me amotaron como "el conserje loco".

Pasaron los meses y todo parecía normal, al director parecía haberse le olvidado lo sucedido, pero otra vez, ocurrió lo mismo, Carlos tenía convulsiones y no parecía que pudiese respirar bien. Cogí al muchacho y lo llevé ante el director, no quería arriesgarme a que pasase otra vez lo anterior. Llamamos a una ambulancia que se llevó a toda prisa a Ninot. Cuando la ambulancia llegó al hospital las constantes del pequeño de diez años habían bajado, parecía un muerto de no ser que le latía a duras penas el corazón.

Pasaron los días y el pequeño no parecía recuperarse, hasta que desafortunadamente el pobre falleció. Los médicos lo clasificaron como muerte natural. Nadie lloró su perdida, y a los pocos días suspendieron las clases en el orfanato para celebrar su funeral y hacer un minuto de silencio por su perdida.
Pasado un tiempo nadie, excepto yo, recordaba al pobre Ninot, nadie hablaba del tema de su perdida.

Ya hacía dos semanas de la muerte del niño, cuando un nuevo huérfano se unió a la familia, sus padres alcohólicos y pastilleros lo habían maltratado y los servicios sociales decidieron darlo en adopción, pero hasta que todo se tramitara él se quedaría en el orfanato. El chico parecía normal, algo tímido y un poco asustado pero a parte de eso no había nada inquietante, o eso creíamos. Roberto (que era el nombre del nuevo huérfano) se negaba a dormir por que decía que había alguien que le miraba por las noches, un fantasma, algún espíritu que vagaba sin rumbo fijo atormentando la mente del pobre niño. Afirmaba haber visto a un niño de unos diez años al lado de su cama, con la tez pálida y un cabello rubio. Describía a Ninot. Todos le tomaban por loco, pero a mi me hacía sospechar, nunca le había visto y jamás se le mencionó la muerte de él, parecía decir la verdad y a la larga se corroboró, el espíritu de Ninot vagaba por el orfanato. Yo era el único que le creía al principio pero a la larga todos tenían miedo.
Trasladamos a todos los niños a un nuevo orfanato donado por el ayuntamiento que no se terminó de creer lo del fantasma pero sin embargo dadas las condiciones del antiguo orfanato nos lo dio. Todos los niños dejaron una rosa en el antiguo orfanato en honor de Ninot y se despidieron de él. Después de aquello Roberto no volvió a verle y ya nadie notaba su presencia, todo terminó, y se puede decir que Carlos ¿pasó o se quedó? Nadie jamás lo sabrá.

3 comentarios:

  1. Precioso texto, pobre Carlitos...

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  2. Muchas gracias, todo inventado por mi, si te ha gustado la entrada por favor compártela con tus amigos y conocidas, gracias.

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  3. Yo creo que te inspiró un poco la charla que tuvimos en el pub esa tarde...

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